viernes, 20 de febrero de 2009

Amanecer


Me había quedado dormida solo un par de horas antes. Rendida y con el pecho alborotado como niña de quince a quien besan por primera vez. Abrí los ojos casi asustada, el día aún no comenzaba y seguías allí. No supe si acaso habías conciliado el sueño, pero allí estabas, de nuevo respondiendo a mi piel que te llamaba una y otra vez. Comenzó a despuntar el alba, la luz se iba filtrando tímida a través de la cortina que no nos preocupamos de cerrar. Y al mirar tus ojos clavándose en los míos, tus facciones bellas apenas iluminadas, lo pude notar. Aquí no había miedo ni engaño ni había nada más que agregar. Ese amanecer lo tenía todo. Y hace demasiado tiempo no me permitía soñar.
Gracias.

3 comentarios:

  1. Sueño o realidad, no importa: la belleza del texto nos lleva por caminos de luces. Abrazos.

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  2. Demasiado poco dura la ensoñación. Tarde o temprano la luz llega y con ella toda la verdad. Y todo se quiebra.

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  3. Es maravilloso soñar en la madrugada, ya casi cuando despunta el sol. Es casi lo mismo que hacer realidad un sueño.
    Maravilloso.
    Al contrario que tu anónimo, yo creo que en tus versos, en ese momento donde despunta el alba se concentra toda la verdad. Quizá luego vengan otras. Quizá...pero eso será luego.
    Un beso

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