lunes, 24 de diciembre de 2007

Bosque y Mar





Estoy en cuenta regresiva.
Cerrando ciclos y botando lo innecesario.
No quiero más cruces. Ya las he cargado largo rato.
Pero encontré amigos....
y me han hecho tanto bien. Me han acompañado tanto....que si me refiero a Ustedes? Por supuesto!. Tanta ira y rabia no me cabía en el cuerpo, así que grité en estas páginas navegantes.
Que dejado de luchar contra las tormentas. Dejo el timón y me distraigo un rato. Ya sé para dónde van las estrellas. Solo las sigo con mi olfato.
No sé qué continente me depara, pero sé que he crecido en el viaje.
Así que gracias por la compañía. No me iré, pero me daré algunos plazos.
Mil besos.
Más abrazos.
La peor...

miércoles, 19 de diciembre de 2007

En el nombre de María


Soy la primera María de una tercera generación de " Tres Marías".
María Graciela, María Teresa, María Josefina, María Guacolda, María Gabriela, María Clementina, María Carolina, María Rosario... y yo.
El comentario de Álvaro esa noche me provocó un ataque de risa. Ambos asiduos lectores y fans de Jodorowsky, lo pudimos entender en un segundo. Con cara de circunstancia me miró a los ojos y me dijo "mi segundo nombre es José". Carcajadas, suspiro, sonrisa. Al menos las cosas quedaban claras desde el minuto cero. Nunca íbamos a ser amantes.
Mi gran osadía a sido rebelarme a la carga del nombre con el cual me bautizaron. Madre ignorada, esposa repudiada, virgen, frígida, doliente, hasta esclava, enamorada y puta del hijo de Dios. No Señor.
Tras mis años de anorexia a los 14 años, recuperé el instinto animal de a poco. Transformada en una bruja maldita, mi deseo inconsciente era dañar al sexo opuesto. Jugar con sus nobles sentimientos. Exponerlos al dolor. Justos por pecadores. Todo aquello sagrado para la sociedad era motivo de mi hilaridad y desprecio. Llámese religión, costumbres, familia.
La rebelión llevó el nombre de Marcel. El punketa más estiloso de Conce. Casi dos metros de hombre de voz ronca, se rapaba el pelo por abajo y arriba quedaba su largo y liso cabello negro, brillante como los dibujos animados. Le adoraba. El día que me eligió, me tomó de la cintura, me apretó contra él y bailamos frente a todos sus amigos un desgastado "Angie" cantado por los Stones. Con Faith no More, Ramones,Sex Pistols y The Clash como soundtracks, recorrimos calles, dormimos siestas grupales, entramos a lugares prohibidos, marcamos nuestros nombres en el cemento fresco, robamos señaléticas, nos arrancamos de casa y nos grabábamos con una handycam. Marcel nunca me llamó por mi nombre. Él me bautizó como Angie y así me llamaba el grupo entero.
El impulso inconsciente de dejarlo todo, de alejar al mundo, de evadir al amor. De reirme en su cara de todos los bienintencionados. De cortar todas mis faldas y lijar mis jeans. De dañar a quienes me han hecho daño. De quebrar las convenciones sociales. De no estar. Creo que tienen su base en el temprano descubrimiento de la mentira de la gente y la estupidez de los dogmas, de la religión y las leyes.
Tengo un alma llena de rabia.
Tengo la pasión a flor de piel.
Mala combinación para cualquiera.
Quédense un paso atrás.
En nombre de María.
Amén.

domingo, 16 de diciembre de 2007

Sentencia


Te espero con esta impaciencia insoportable, que torna mis incontenibles días en súbitas tempestades. Ansiosa porque llegues a mí, porque te desates en mí. Como una ola, como la noche. Sentirte en mí, arrebatándome el fuego, el tuyo. Robándome los ojos, quebrando mi terca espalda. Profanando mi escondite, mi vida, mi vientre. Sabiendo que ante tu presencia se rinden mis armas, arden mis velas, se queman los navíos y no existe , como no existió nunca, una vuelta atrás.

sábado, 15 de diciembre de 2007

Invitación



Alguna vez leí por ahí a alguien arrepentirse por haber quebrado alguna regla del mundo blogístico. Aún no sé nada sobre esas reglas y no sé si de verdad existan.
But here is the thing.
Me escribo por mail con Fer el navegante y no descarto pasar a molestarlo si el próximo año vuelvo a cruzar la cordillera. Acabo de dejar a Álvaro al terminal y ha sido impensadamente tan natural y rico pasar algunas horas conversando y riéndome con él.
¿Estoy infringiendo alguna norma?
Porque si esto me torna en una infractora, considérenme una oveja negra.
Sabes, Mentecato, hay loros verdes en plazas cerca de mi casa. Feliz nos paseamos hasta encontrar unos cuantos para hacerte un sombrero.
Júbilo, cuéntame las historias de Jodo antenoche, adoro el caramel machiatto, qué te parece si vamos por uno y preparamos Brownies de arandanos.
Claudio, ya sabes que la vida no es de negro, vamos por colores a Santa Juana, la cordillera de Nahuelbuta, a la desembocadura del Bío Bío.
Carlos, sé que estás lejos, pero escribe a mi mail y podemos compartir los miedos y los sueños.
Kiantei, llevo té chai a tu guarida. Quiero escuchar la historia de cuándo reconociste a Mentecato entre la multitud.
Es tan bueno ver sus escritos y sentirme afortunada de que meredeen los míos. Pero se vuelve aún mejor si puedo recordar un abrazo sincero como el que le dí a Álvaro antes de subirse al bus.
Las puertas están abiertas.




miércoles, 12 de diciembre de 2007

Cara de lágrima


Cuando me diagnosticaron un cáncer el año pasado, sentí el derrumbe de todos los sueños. Fue escuchar la famosa palabra y dejar de sentir el piso. De pronto mi médico articulaba palabras inenteligibles. Una especie de pito llenó mis oídos y dejé de sentir mis manos. Todo lo que era hasta ese momento, de pronto significaba nada.
Sola y desolada, que no son sinónimos en manera alguna, no hubo palabra tranquilizadora. No existía eso llamado paz. Solo la voluntad total de seguir y ponerse en acción YA.
Meses más tarde, tras la segunda operación y con controles que me daban por perdedora en la batalla, iba bordeando el mar con Diego. Entre los dos había solo un doloroso silencio.
Sabe él que ante el dolor , siempre reacciona poniéndose payaso y sabe también que yo no podía tolerar su forzado optimismo. Pero esa noche era diferente, él me habló de un libro, "Evangelios para sanar" de Jodorowsky. Me fue contando algunas partes y luego retomamos la caminata, pero abrazados y yo sonriendo con lágrimas en los ojos, mientras él continuaba con la historia.
Llegamos a su departamento y me desvistió prenda a prenda. Esta vez yo sin verguenza de cicatrices o complejos. Mientras llenaba la gran tina, me acariciaba. Me contaba sobre los masajes como forma de sanación , historias de Jodo y sus magas, de Jodo y sus alumnos , de Jodo y sus "pacientes". Me hablaba de las penas, de las historias de familia marcadas en el alma, de liberarse de esas cosas que te duelen, de mi belleza, de mi bondad. Yo seguía llorando, la tina se llenó de agua tibia y Diego me llevó hasta dentro.
Acarició mi pelo, mi cara, mis pechos, mi abdomen, mis piernas, mi espalda. Fui dejando de llorar de a poco y cuando terminé, me envolvió en una toalla y me apretó entre sus brazos mientras me besaba. Ya seca, nos recostamos en la cama y dejó que me durmiera mientras tomaba mis manos entre las suyas.
Así empezó a asentarse Jodorowsky en mi historia. Fui leyendo sus libros, su vida, sus cuentos, sus chistes. Vi sus entrevistas y sus conferencias.
Cambié de médico, que me rescató de las teorizaciones del primero y fue además de más radical, más empático y preocupado. Me dio un espacio especial en su consulta y en su vida y ahora somos amigos.
Mañana tengo turno y me acabo de enterar que se presenta Jodo en el Caupolicán.
Demasiado tarde para hacer un cambio. No podré ir.
Sentí un dolorcillo en el pecho.
Nada.
Que las cosas son como son y no podré gritarle un gracias.
Desde aquí, Alejandro, aunque nunca lo sepas. Me salvaste la vida.

martes, 11 de diciembre de 2007

Ya pasó


¡ SEÑORES, HE GANADO!
Tras un año y algo de pelear contra el enemigo y tras mi tercer control post-cirugía... estoy SANA. Limpia de células malignas, displásicas e indiferenciadas.
Adiosito cáncer.
Aufwiedersehen.
La peor de todas está malditamente sana.

sábado, 8 de diciembre de 2007

Imaginario familiar


En casa de mi abuela la vida gira en torno a un reloj. Un enorme reloj de péndulo a la entrada de esa casa que se quedó estancada en alguna parte de un tiempo indefinido entre la muerte de mi abuelo- al que nunca conocí- y la llegada del televisor a color.
Allí pasamos las Pascuas todos. La pequeña familia que generó mi bisabuelo, el judío alemán escapado de la guerra.



Llegó este caballero ya hace tantos años. Alto, rubio y desgarbado. Encalló en una tierra cuyo nombre apenas podía pronunciar y con su gran cargamento de bienes, preguntó por un lugar donde existieran muchas tierras nuevas para colonizar. Y lo llevaron al Sur.
Llegó entonces, rendido, pero alborotado, emocionado de ver tanto verde y tanto por hacer. Como gran trabajador que fue siempre, compró tierras, contrató gente y construyó un gran molino en un pueblito perdido llamado Gorbea. El molino era uno de los más grandes de la novena región y pronto dio todos y más de los frutos que hubiese esperado, pero ahora le faltaba lo fundamental. Se encaminó hacia la casa de la familia más pudiente de la zona y pidió la mano de la mayor. Ups, sorpresa, ya estaba comprometida, pero le dijieron que existía una hermana menor. Caballero y honorable, no cedió ni un paso en su propuesta, ni siquiera cuando le explicaron que había un pequeño problema: la niña aún no era una mujer. Así fue que llamaron a Catalina. Cuenta la leyenda que entró corriendo a la sala una niña algo sudurosa, de trenzas desarmadas, rodillas sucias, comiendo un dulce y con una muñeca agarrada bajo un brazo. Lo miró a los ojos y sin siquiera decir hola se acercó, hizo un respingo con la nariz y le preguntó "quién eres tú?".
La Catalina tuvo su primera regla un año después y se casaron al mes siguiente.
Mi bisabuelo perdió la cabeza de amor.
Tuvieron 10 hijos, los últimos 8 años de vida cerraron el molino y vivieron de las ganancias sin trabajar.
Tanta vida iba dejando a mi bisabuelo cada vez más flaco y a la Catalina, que se quedó en el metro y 55, con 150 kilos de puro amor del bueno.
Las comidas de cuatro platos, las navidades llenas de gente y la alegría, se acabaron cuando Catalina se sentó al borde de su cama una mañana, dio un suspiro y dejó de respirar.
El bisabuelo, entonces, tras darle entierro, se acostó en la misma cama, con su traje negro, y decidió no vivir más. Durante un mes entero no comió nada, lloró todo el tiempo y llamó a su Catita amada. Los médicos dicen que fue una neumonia. Los demás sabemos la verdad.
En honor a su amor, a esa pasión que fue clavada desde ellos a todos nosotros, es que llevo la estrella de David de mi abuelo, tatuada en mi piel.
(Una historia de Navidad para aquellos que en estas fechas deciden partir....)

viernes, 7 de diciembre de 2007

Denial


A veces creo que, lo que sea que me hizo llegar a este mundo, me envió con una bomba de tiempo en el alma y me siento en cuenta regresiva.
Tanto la felicidad como la angustia se me escapan de la mano y no existe nadie a mi alrededor capaz de contenerme. Nunca había sentido tanta rabia ni pasión al mismo tiempo.
La Susana murió hace un poco más de un año.
En la tina de baño, rodeada de espuma, para el día de la madre.
La Su era mi amiga, era mi madre "putativa" como le gustaba decir a ella, era mi apoyo, mi abrazo en las mañanas - daba abrazos tan ricos la Su- mi oreja, la razón de llegar tempranito en las mañanas. La Su me sorprendía para mis cumpleaños. Me hacía llorar de alegría.
La Su no está y no hay nadie como ella.
Y toda esta repentina desaparición de mi recurrida negación -esa protectora que me hace olvidar golpes físicos y emocionales- porque anoche recibí a su nieta - la que no conoció nunca- en mi turno de urgencia. Beba hermosa, arrebató el corazón de todos los que adorábamos a la Su. Que éramos todos.
Para el funeral de mi amada amiga colocaron un video grabado en una reunión en su casa. Y ella reía y reía. Y nosotros llorábamos y llorábamos de la risa.
La nieta de mi madre puta-tiva ( era tan loca nuestra Susana) alzaba sus bracitos y con sus manitos mínimas agarraba mi cara. Y yo la besaba y ella se dejaba como si fuese un regalo.
Justo ahora necesito un abrazo.
Necesito poder botar un montontote así de lágrimas que guardo. Llorar y llorar, sonarme las narices, respirar hondo y con ojos rojos, pero ya más felices, mirarte a la cara y decirte "Ok, ya estoy bien, gracias".




martes, 4 de diciembre de 2007

El placer de no estar









Un comentario de Claudio me llamó la atención. Hablaba del pudor. De temer llegar a transformarse en un voyerista. De la pérdida de los límites un sábado por la noche.
Qué parte de los límites socialmente preestablecidos es la cual en la que yo creo y cuál sigo solo por no atreverme a cruzar....

Siempre he creído que así tengas 6 meses u 80 años de vida en este planeta, eres un ser por entero y no solo una parte. Mi sexo y mi sexualidad, van en el paquete junto con mis neuras, mis defectos, mis valores, mi humor, mi color de pelo, mis rabias, mis sueños, mi colon irritable, mi cefalea vascular, mi hambre por libros, música y cine. Entiendo que somos seres completos. Ni de la cintura para abajo ni de allí hacia arriba. Enteros. De la punta del pelo a los pies. Con todo el fenómeno cardiovascular y emocional de por medio. Somos bestias pensantes. De lo más cavernícola y básico como el sexo, el hambre y la sed, hasta la compasión y el arte.
Claro está que dentro de esta selva de animales hay de todo. La más compleja trama de especies y con diferencias entre cada INDIVIDUO. Único e irrepetible, como decía mi profesor de Biología celular, con su voz pastosa de tabáquico crónico.

Entonces es que entiendo todas las tendencias sexuales. Todo está permitido si se hace de mutuo acuerdo, sin dañarse física ni emocionalmente, si te hace feliz.

No creo haber perdido pudores. Creo que dentro de este mundo con chicas que prefieren el sexo anal para "no perder la virginidad" o quedar embarazadas, clubes de swinngers y artículos varios, soy más bien "clásica". Heterosexual a mango, de líbido alta, fiel mientras me amen bien, infiel en ocasiones, prefiero la piel, el momento y las manos a artilugios más sofisticados.
Hace un tiempo atrás me propusieron un trío y se me murió el deseo estrepitósamente. Nunca más. Quien tenga eso en mente, no es de mi especie, así que siga buscando.
De voyerista tengo que me encanta observar. El mundo entero. Guardarme en una esquina de una plaza llena de gente. De un museo concurrido, de una playa al ocaso. Y mirar. Ser parte del viento, del álamo que está a tres metros, de cada persona que transita cerca. Pero no estar. Solo ver. No estar. No teman paseantes, no juzgo, no hiero, no hago nada mal.
Y si se trata del amor...
me enamoro de la palabra, de las líneas del pensamiento, me enamoran con silencios intensos, con honestidad a toda prueba, con piel y ternura. Mil veces prefiero una buena conversación a un ramo de flores. Un paseo en la noche que una discoteque llena de gente.
Y soy apasionada en todo.

Pero pudor, Claudio, tengo.
Lo que no tengo es prejuicios.
Quizás es hora de escribir aquello que te arrebata los dedos. Escribes tan lindo, que muero por leerlo. Un abrazo.

sábado, 1 de diciembre de 2007

Bestia



Hoy eres mi víctima.
Ríndete sin preguntar siquiera. Cállate antes de decir nada.
Solo asume tu derrota.
Quédate tranquilo. Es de noche y no hay más luz que el reflejo de la luna allá fuera.
Estoy reptando a los pies de tu cama.
Si detienes la respiración un momento , podrás escucharme susurrar tu nombre.
Cierra los ojos no podrás ver nada.
Me sientes. Mis garras te tocan apenas, se deslizan por tus pies.
Mis manos se apoderan de tus piernas, te buscan, te jalan.
Y puedes sentir mi calor.
Mi boca, mi lengua te tocan, te buscan. Soy ciega. Te veo con mi olfato, con mi gusto, con toda mi piel.
He tomado presa tu pelvis en mis manos. Mis dedos se hunden hasta hacerte doler.
Gimes. Te aprieto aún más.
No seas ingenuo. No te voy a soltar.
Estoy atando tus manos. Aunque sé que ya no quieres escapar.
Mi cuerpo sobre tu cuerpo. Mis piernas sobre tus piernas, mi pelvis contra la tuya, mis manos recorren tu cara, rasguñan tu cabeza, tu cuello. Mis dientes se clavan en tu cuello. Mi lengua te lame, te dibuja completo. Se hunde en tu boca. Bebo de ti, te quito la vida entera. Renuncia, renuncia, ya no puedes siquiera pelear.
Antes de entrar a tu cuerpo, a tu vida, a tu sexo.... ya eras mío.