martes, 25 de agosto de 2009

La ciudad


Sigo mirando por la ventana y el cielo gris deja la ciudad pausada.
Busco muy dentro la respuesta que no llega de tu silencio.
"Me tengo que ir" Callas. "Me tengo que ir, lo he decidido", reitero más lento, mordiendo las palabras como si quisiera detenerlas antes de nombrarlas. Te siento ofuscada, medio dolida, aturdida de pronto, o tal vez me equivoque y solo sea yo, a todo esto.
Mientras nos acompaña el tic tac desganado del reloj de pared que no me llevo, siento esa vocecita mascullando "qué estás haciendo...".
He decidido partir. Caminé todo lo que pude buscando tu sueño. Tropecé de tantas formas. Te creí ver en un amor no correspondido, en los acordes estruendosos de los viernes por la noche, en la sonrisa de mis amigos, en los aciertos del camino. Pero todo se fue desvaneciendo y nada era mío, todo era un reflejo absurdo de mis deseos.
Lo único que alcancé a rescatar fue un par de razones para vivir el camino. Para poder replantearme una y otra vez, y aprender a mirarme al espejo con cariño, pese a las canas, los rollos, las estrías, el pellejo más suelto, las arrugas incipientes y decir desde el fondo del corazón "me quiero".
Y cuesta. Ni imaginas cuánto cuesta mantenerse estoica y dar el paso que sigue en vez de mandar todo a la cresta. Que nada fue como creíste una noche en la que la luna trazaba rayas de zebra sobre tu piel enamorada.
Preparo mi partida.Y es solo mi partida. Vuelvo a mirar a la vieja de trenzas blancas que aún ordena libros sola en su casa, en el último capítulo de mi vida.
Me levanto, pues, asumida. Miro a mi alrededor y solo estás tú, tras el ventanal, callada y gris sin decir palabra.
Ahora a dar el otro paso. Y es una tarea media titánica, mi amiga, pero aquí estoy... tratando.
Hasta siempre.

sábado, 8 de agosto de 2009

A mi Chamán


Amor, el tiempo nos ha llevado mar adentro.
Desde que nos tentamos con la espuma , haciéndonos cosquillas en los pies y nos zambullimos osados bajo la ola, nadamos y casi sucumbimos a la fiera marejada de nuestros fantasmas, miedos y rabias.
Amor, amanece ahora y el sol allá arriba, pellizcando el suave oleaje que lleva nuestra barca, me recuerda lo vivido y me llama a la calma.
Todo este prostituto, vilipendiado, desmesurado y equívoco corazón es tuyo.
Voy aquí a tu lado y tu mano toma mi cara, recorre mi cuerpo, me toma firme por la espalda, mientras me preguntan tus ojos oscuros y brillantes si acaso quiero.
Te miro yo ahora, el viento hinchando nuestras velas, nada más ni menos que el mundo entero allá adelante y te respondo.
No importa si aquí mismo, en medio del mar abierto, o si más allá donde nos guíe la vida. Si en este u otros mundos. No hay alma, ni piel, ni corazón más bellos que los tuyos. Contigo he sanado mis heridas y he vuelto a sonreir sin mentiras.
Amor mío, sí, quiero.