viernes, 31 de julio de 2009

Breve cuento para Cassandra


Conocí a una persona a quien le asustaba el silencio. A quien le aterrorizaba esa hora del día en que la luz decrece y el ruido de la ciudad se va desvaneciendo.
Era un hombre solo, huraño, casi viejo. A pesar de ser joven, caminaba como escondido.
Solo en su departamento, en un piso alto como le gustaba, cuando caía el sol, él le temía a la ciudad. Como mirando un abismo, observaba con angustia y fascinación, como se encendían las luces en el horizonte. Imaginaba cada uno de los cientos de hogares, cada una de esas pequeñas luces, los padres llegando a casa, los niños corriendo por los pasillos, las cocinas y las ollas preparando con sus vapores y olores de las comidas, los juguetes en el suelo, las mujeres riendo, los autos llegando, las puertas y los cerrojos. Y todo eso ocurría allá fuera, todos llegaban a casa y le daban la espalda sin saber que él los miraba. Y cada luz que se encendía aumentaba el silencio de las calles y él se alienaba más y más de la vida.
Entonces, encendía todas las luces de su departamento allá arriba, colocaba bien fuerte la radio, la televisión sin sonido. Buscaba entre sus libros, entre las notas de jazz, entre los cuadros que pintaba y las fotografías que guardaba, alguna excusa para no pensar más, para dejar de temblar.
Una vez me dijo- justo cuando lo acompañaba una de esas tardes y me pedía que por favor le cocinara algo, que por favor le hablara de algo-: " estoy tan solo, que cuando afuera todo calla, siento que me estoy muriendo aquí".

martes, 28 de julio de 2009

Parte de la ilusión

Caminamos cansados. Tu mano se apoya en mis hombros. En medio del murmullo de la calle, ajenos a los pasos presurosos, las risas de los escolares, los portafolios pesados. Nos miramos y nos sonreímos, acompasados nuestros cuerpos en este cansancio surrealista y la sensación de haber estado tanto tiempo encerrados. Caminamos.
Te ríes porque miro un traje blanco en la vitrina, me río porque me imaginas en unos maniquíes de la esquina. Te abrazo. Casi va a ser tu cumpleaños y eres tú el que me busca un regalo... mientras te dejo en la escalera y te veo bajar al metro, me quedo pensando qué crees tú que quiero de regalo. Y no puedo sino sentir que esta tarde es un regalo. Una tarde de invierno entibiada por el sol, dos caminando enajenados entre la muchedumbre ansiosa.
¿Mi regalo?.... despertar contigo. Esperar por tu sonrisa al final del pasillo. Y saber que nos queda otro día. Y otro. Y que te has ido y puedo sentirte en mi boca todavía.

viernes, 24 de julio de 2009

Hambre



Gracias por la entrega de tu cuerpo glorioso. Nuevo, fresco, dulcísimo, delicioso. Gracias por cada vez que te toco, que se siente como vez primera o...última...o las dos, aunque suene un poco loco . Eres Amor mío, una avalancha de emociones que sacude mis cimientos. Y con cada tropiezo me descubro otro poco. Será por eso que no puedo tener suficiente de tu sexo. Me tocas, me aprietas, me arañas, me besas, me lames, me adoras y amanezco feliz de nuevo, rendida ante tu cuerpo y recién nacida al mundo entre tus brazos tiernos.
Y se nos van colando entre los dedos los días. No ha sido fácil este tramo del camino. Pero termina otra jornada y me doy cuenta, que llegar a tus brazos hace que todo tenga sentido.

domingo, 5 de julio de 2009

Soberbia



No te he dado acaso felicidad. No he cobijado tus noches oscuras, no he perdonado tu rabia hiriente, no te he amado lo suficiente, no te he acariciado, no te he dicho cada cosa para serte transparente. Soy tan llena de defectos como maravillosa, sin embargo he tratado , con toda el alma, de estar aquí a pesar de mis fallas.

Culpable yo, por no darte a entender que te necesitaba más todavía. Culpable siempre de toda la vida. A punto de quedar sola como un perro,de nuevo por mi estúpida tozudez de no demostrar lo que me dolía. El premio eterno de soledad por no admitir que necesito del otro para acabar el día. Y ahora llega la noche, pero tú no todavía. Y parece que he leído esta historia muchas veces antes, solo que de distintas maneras.

Se ríe a destajo la puta perra vida. Me duele mi vientre ansioso, desesperado, me duele el pecho como si escarbaras con uñas y mordiscos de lejanía justo al medio. Me duele la sonrisa, el sudor de tu cuerpo, me duelen tus manos frías, me duelen los sueños albergados. Me duele todo lo que no sé si tendré mañana y sobre todo me duele lo idiota que soy, por no haber callado otro día y así este mal sueño no se desatara.