domingo, 9 de noviembre de 2008

Para siempre ebrios en un instante azul


Cuando partiste me quebraste en dos. Una parte terca, irlandesa, mapuche, germana, obstinada a resistir y esa otra parte que se hizo mierda al escuchar el golpe de la puerta y ver los cajones vacíos, la mitad de la cama desierta y tu olor aún pegado a mí.
Entre medio de esas dos partes, lo que me quedaba de persona, lo sacaba a respirar en las noches de bruma. Era difícil convencerme de seguir existiendo si todo se veía derrumbado y el golpe en la cabeza, la conciencia, los sueños y las certezas, había terminado con cualquier idea preconcebida de vivir. Atontada, adolorida, coja, muda, solo atinaba a escribir. Sacudida como por tormentas, el mundo dejaba de girar por instantes, gritaba, se desgarraba mi alma entera hasta perder la conciencia, a veces ayudada de fármacos salvavidas y otras de una copa - o unas cuantas- de algún brebaje para olvidar.
Me dí cuenta que podía detener el tiempo y negar el presente y volver como en sueños a la arena, al sol, a tu sonrisa, al beso que nos dimos, a las caminatas borrachas, a tu piel desnuda, a la promesa que no cumpliste, al mundo que tejimos antes de tu adiós.
Me dí cuenta que la vida era menos pesada, que la realidad se me iba colando entre las horas y podía ir matando lo que era de a poco, hasta dejar de ser yo. Y fui negando hasta hacerme una experta y ya nada importaba y las semanas se sucedían y la receta escapista me anestesiaba y me mataba al mismo tiempo y qué más hubiera querido yo.
Entonces volviste y como si nada y antes que pudiera hablarte ya los cajones estaban de nuevo llenos y la puerta se cerró y estabas dentro. Te miré y esta vez no dijiste adiós. Te beso de nuevo al desayuno y a veces lloro de rabia, otras de alegría. Te prometo que no sabía que volverías. Te juro que no tuve otra opción.
Se me quedó el alma perdida entre las copas, los paseos de noche, los gritos, los llantos y está tan dividida, que ahora es un maldito puzzle y cuesta encontrarme en medio de la cama, bajo tu cuerpo, en este día precioso lleno de sol.
Ayúdame, espérame, de verdad estoy contigo. Creo que como todo jarrón que se hace añicos, tal vez quede distinta....pero por favor, cree en mí.

8 comentarios:

  1. ¡Es tan sobrecogedor el sufrimiento...! Tan sobrecogedora esta prosa poética, que se me encoge el corazón y no atina a decir nada. Es un precio siempre muy alto para conseguir que nos quieran. Es tan alto, que a veces, después de los llantos, y las copas vaciándonos el alma, cuesta llenarla de nuevo.
    Un saludo y un placer compartir tus puzzles.

    ResponderEliminar
  2. Desgarrador y bello. Con la maestrìa que da el dolor y la grandiosidad de esos amores que se van y vuelven, pero con otra cara que nos cuesta reconocer. Abrazos.

    ResponderEliminar
  3. Hola. Me llamo Pablo, y dandome una vuelta me he encontrado con tu blog. Muy bonito, y muy trabajado. Saludos!!!
    http://pablocine.blogia.com

    ResponderEliminar
  4. muy bueno

    muy lindo también confirmar que después de los 30 aún podemos querer sin frenos ni miserias, como si fuéramos aquellos otros, pequeños de ojos enormes, adolescentes asombrados de sí mismos

    ResponderEliminar
  5. "... Siempre, por sobre el mundo entero, creo en ti Bestia ..."

    ResponderEliminar
  6. es necesario aprender a vivir con poco.
    suyo,

    ResponderEliminar
  7. Meine kleine Schwester: Immer Trunken... immer Träumer...

    ResponderEliminar
  8. Es tan dificil el amor...un ir y venir, desekilibrio y los momentos enque todo toma el nivel requerido...son tan breves...todos pasamos por ese dolor, todos volvemos en algun momento, y todos nos arrepentimos por algo mal hecho...el caso es aprender de ello, aprender que la vida no tiene vuelta atras y valorar el hoy, el instante...

    ResponderEliminar

Y tú, ¿qué quieres decir?