viernes, 8 de agosto de 2008

Algo en el tintero


Ya pasé la fila de personas. Mi chaqueta guardada. El olor intenso a cigarrillo me recibe en una bofetada. Me quedo en una esquina atisbando, hasta que veo tus patillas recortadas, tu mirada inquieta que sé me busca.
Me quedo agazapada entre la gente y la oscuridad. Dudo solo un instante. Cuando veo cómo el hombre que está a mi lado me mira, ya estoy lista. Con paso firme llego a tu lado, tomo tu polera y te atraigo hacia mí. Me miras y no alcanzas a decir nada. Te cruzo el cuello con mis brazos, en puntas de pies me aprieto contra tu cuerpo y te como la boca profundo de un solo beso.
Media vuelta y salgo antes que entiendas nada.
Recojo mi chaqueta. Él ya me espera afuera.

8 comentarios:

  1. Al leerte, me dio la sensación de estar bailando, vertiginosamente, un tango (pasión, movimiento lujurioso, la boca abierta en actitud de serpiente, ritmo en llamas...).

    Tango, ontológica y maravillosamente desquiciado.

    Y más que nada, maravillosamente humano...

    ResponderEliminar
  2. Es mejor no dejar asignaturas pendientes. Abrazos.

    ResponderEliminar
  3. uh...
    peligro, osadía, lujuria, pasión, misterio...
    Such a pleasure.
    Besos sexy girl

    ResponderEliminar
  4. Un saludito dominguero (calzo zapatos de vertiginosos vientos y bailo en un rincón del cielo a lo Fred Astaire).

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  5. A veces no nos damos cuenta y caemos en nuestra trampa... y verte atrapado te hace mirarte como nunca antes en el espejo. No me niego, ni mi amor ni mis miedos. No me niego. Ni mis errores. Caigo como cualquiera pero me pongo de pie como ninguna. Hecha una llama.

    ResponderEliminar
  6. En mi noche eterna de esclavo herido, leo tu hermoso comentario anterior...

    Bellísimo en verdad, meine kleine.

    Este rodar y rodar por la vida, ¡caramba!

    -------------

    Hoy vi a Dios: era un gato moribundo bajo la lluvia (siempre pensé que era un tigre). Y no supe qué hacer en una primera instancia.

    Pero lo recogí y curé sus heridas. Me concedió un deseo: "Dame un laberinto", le pedí.

    "Estás en el laberinto desde que naciste", me dijo conmiserativo.

    Busqué monedas en mi bolsillo y me fui a ver una película de la Ingrid Bergman...

    ResponderEliminar
  7. Guau, ese texto tiene fuerza.
    A donde te vas?

    ResponderEliminar

Y tú, ¿qué quieres decir?