lunes, 22 de octubre de 2007

Danae



No lo alcanzas a entender, mi cuerpo es mi templo. Quiero más que tu presencia, quiero que veneres mi entrega. No es juego y no me vendo. Soy mi única pertenencia.

Prepárate mundo que voy a abrazarte con el alma ansiosa de un vagabundo en llamas.

Hiciste de mí, el guardián de un Dios inventado, el dolor de la fuente grandiosa ,que es mi amor por ti.

2 comentarios:

  1. Precioso lo escrito.

    Me recordaba de Dánae del Tiziano. De joven lo contemplaba interminablemente.

    Eran los años en pareja con Vincenza, la italiana de los ojos de avellana...

    ¿Qué será de ella?

    A qué jardín tras los muros del olvido huyó aquel octubre borrascoso...

    Nunca más la vi en la cafetería de la universidad.

    Nunca más fuimos juntos a ver a Ionesco.

    Nunca más caminamos por los parques silbando como vagabundos.

    Nunca más nos reímos leyendo a Boccaccio.

    Nunca más buscamos la voz del verano entre las piedras transparentes de los ríos.

    Nunca más nos amaríamos después de un juego de ajedrez...

    Ahora me dedicaré a contemplar Dánae de Gustav Kliment que pusiste en tu blog...

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  2. Sacúdete de polvo las canas.
    Nada en ti a muerto.
    Es todo tan al contrario.
    Apostaría mis manos a que nunca antes tantas doncellas encantadas te buscaron tan incondicional y fervorosamente como ahora.

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Y tú, ¿qué quieres decir?