Déjame nacerte, envolverte, cobijarte, acunarte, alimentarte, protegerte, rodearte con mi brazos largos como el mundo entero y calientes como esta sangre que golpea mis dedos. Déjame hacerte un ovillo exquisito sobre mi vientre ansioso, déjame dormirte, buscar con mi boca tus labios tiernos, respirar tu cuello húmedo, registrar tu cuerpo, colonizarte por partes, nombrarte y bautizarte mío. Déjame descansarte, soñarte en un cuento que comenzó con tu piel desnuda sobre la mía sorprendida, enamorada y condenada a ti.
Déjame este día dejar de existir un rato en tu abrazo de hombre bueno, amor.
Hoy, vida mía, regálate a mi.
¡Qué momento más dulce! Ojalá puedas dejar de existir por mucho rato en un brazo así de bueno.
ResponderEliminarMás besos si caben.
Deja que las flores de la vida crezcan en tu jardin!!! Brillante. Abrazos.
ResponderEliminarEs un regalo mutuo.
ResponderEliminarSimplemente hoy escribes con el latido al aire.
Precioso.
Besos
Siempre que te leo, rememoro ríos que se secaron, abrazos que se marchitaron. Pero aún quedan los nombres que grito en las orillas de la noche: "Leonora, Leonora; Marcela, Marcela; Anita, Anita; Vincenza, Vincenza..."
ResponderEliminarRuidos de piedras, sonidos del olvido, cenizas y ventanas clausuradas hace mucho tiempo...
hola ^^ ..... tu blog me a encantado... te dejo la dire del mio^^
ResponderEliminarhttp://scriptum-in-mortis.blogspot.com/
Por qué tanto silencio? Abrazos.
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