miércoles, 18 de marzo de 2009

Si es que puedes...


Toma tus cerros, montañas, la arena tibia, un montón de hojas mojadas por lluvia de invierno, puentes, caminos, buses de ida y de regreso, aviones surcando el cielo, aeropuertos, estaciones de trenes, terminales llenos. Coloca ante mí todas las distancias, el sonido ocupado del teléfono, la agenda llena, el paso siempre apresurado, la necesidad de tantos. Sigue construyendo ese edificio enorme de sueños, de ideas sin concretar y la madeja de sentimientos que se te escapa de las manos. Llena todo el poco espacio que quede con mil dudas y certezas, con papeles sin llenar, notas, cartas, mensajes, tareas. Ocupa tus días, agota tus noches, llena tus ojos de gente, agita tu corazón de verdades, maltrata hasta anestesiar tus emociones. Patea, reclama, exige y pelea.

Cuando por fin tengas calma... verás que aún me piensas.

7 comentarios:

  1. Sería imposible no pensarte leyendo cada centìmetro de tus letras. Abrazos.

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  2. Hay imágenes increíbles, poéticas, demoledoras...

    Qué infinita arquitectura se puede construir con el corazón.

    Un gran abrazo.

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  3. Debido a las revoluciones celestes, a las grietas, a las cimitarras vertiginosas, a los musgos del tiempo, debo abandonar el trabajo en el diario. Me exilio en las espigas del estío y en los ríos que nacen de los resplandores. Tendré largos tiempos a orillas de la Luna. Sólo deseo encontrarte en algún figón de Oslo o de Orenburgo. Quizá en el reino de los diamantes.

    Deberé ir ahora a un cibercafé a tirar mis plumas de loro...

    Julio César, al cruzar con sus tropas el río Rubicón en territorio galo, dijo: "Alea iacta est" ("La suerte está echada").

    Pues bien, mi suerte está echada y me aguardan vastas planicies...

    Un abrazo.

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  4. Debido a otras revoluciones celestes, zapatos llenos de magia, bufandas voladoras, luciérnagas, coleópteros en estallidos de verde luz, continúo en el diario.

    Hay una musiquilla que me raspa las orejas como alas de mariposas.

    Un abrazo.

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  5. Quizá en ese momento de calma, todas las emociones se despierten y necesite volver a anestisiarlas. Y así vuelva la rueda vertiginosa a rodar para no tener que pensar, para no tener que sufrirse él mismo, sufrirse el amor que no cabe en las agendas repletas, en los trenes en marcha, en los edificios construidos sólo de sueños...
    Momentos de calma...
    Cada día explota la emoción en tus versos y me sacuden.
    Besos mil

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  6. Pasa por mi blog, meine kleine Schwester.

    Un abrazo.

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