
No me olvides. No me quites. De esa marca pequeña bajo tus dedos. De la tierra, la ruta sagrada, el descubrimiento mutuo, el trozo de mi alma que te di. Tú, no oses dejarme en el olvido. Arrancada de tus causas, de tus culpas, ni de tu piel. De pie al borde de tus sueños, los pecados que tejimos sin cometer. No borres no mates no niegues. Ni el trinar de los pajaritos en la ventana, ni el abrazo a ras de suelo o el calor que emanaba de mí.
Soy tan culpable como quieras, tan dulce, tan ansiosa, tan complicada y enredada como solo yo...
Pero ni la rabia o la calma reemplazan el fuego.
Y yo, cobarde, nunca pude decirte adiós.
Quièn podrìa olvidarse de una mujer como tù. Un texto de colecciòn. Abrazos.
ResponderEliminarTranquila. Nadie olvida nada. Solo se huye. Y no puede matarte, porque en ese asunto, somos todos inmortales.
ResponderEliminar"Soy tan culpable como quieras, tan dulce, tan ansiosa, tan complicada y enredada como solo yo..."
ResponderEliminarY me sigo identificando :)
Besos amiga
Coincido con uno de los comentarios anteriores..
ResponderEliminarno se puede olvidar.
a veces cuesta recordar, pero nunca se olvida.
un abrazo desde el sur.
Me encanta la vehemencia de tus versos. Me encanta cómo reta a ese amor que tejió pecados sin cometer y aún así parecen haber pecado. Me encanta esa mujer tan compleja como muchas nos sentimos y aún así tan cobarde.
ResponderEliminarTe sigo encantada aunque no siempre tenga la valentía de comentar.
Un saludo
Alguna vez descubrí la intensidad y la guarde, quemo, y muy sutilmente se escondió, pero vuelve... siempre vuelve, y desequilibra...
ResponderEliminarMisk