jueves, 16 de octubre de 2008

Asesinos



Desde el exquisito momento
en que me entregué a tus brazos,
a tu boca, a tu sexo,
supe que nunca nada sería igual.
Supe que no importa lo lejos que me fuera
llegaríamos al mismo lugar.
No pudimos estar juntos,
nos quemamos,
y entendimos temprano
que nuestra historia debía acabar.
Caminamos en sentidos opuestos,
por elección más que por voluntad.
Cuando dos se pertenecen
cerrar los ojos solo sirve para negar,
no desaparezco ni desapareces
y el destino insiste en vernos llegar.
Y ahora dime qué hago
con esta historia que no quiere terminar,
que desobedientes, incoscientes,
nunca debimos comenzar.
Ayúdame,
me rindo,
lo he intentado,
pero no te puedo quitar.

4 comentarios:

  1. Quizá no se pueda escribir un final todavía.
    Un bello poema que se quema entre la voluntad, el desafío, la negación de la verdad y el destino que sigue esperando.
    Un placer leerte de nuevo.

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  2. Sí, siempre pensé que las historias que comienzan deberían venir con instrucciones para poder soportar sus finales.
    Besos amiga!

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  3. Seguro que acabará como quieras que termine. Un saludo

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  4. En el momento exacto que dos cuerpos se acoplan a la perfección, ya no hay vuelta atrás. Intenso y bello. Abrazos.

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