lunes, 12 de noviembre de 2007

Escapar


Eran los días que necesitaba escapar.
Poca plata pero hartas ganas de mar y playa. Despertar frente a una terraza acunada por las olas que llamaban a la ventana. Caminar por la arena blanca, mirando como las olas rabiosas revientan en espuma. La bandera dice que nadie puede bañarse, la gente habla de niños desaparecidos, un lugareño me cuenta que esta preciosidad de kilómetros de ancha playa se inhabilitó tras el terremoto. Una placa de tierra se desplazó y desde entonces la ola tropieza y cae brutal, arrasando y socavando la orilla. Me quedó prendida, extasiada, mirando esas olas gigantes, azules, transparentes, desmayándose a mis pies. La playa enorme, vasta, blanca, casi desierta. Y mi sol radiante, enérgico, libre y abarcándolo todo sobre mi cabeza. Mi piel duele un poco,el viento juega con mi pelo, me río. Te miro y sonriendo te digo que esto tiene que ser como el paraíso, cierto?. Sigo riéndome y corro , me caigo, me río a carcajadas, tiro arena al aire, arranco de las olas, le tiro besos al mar, corro más y más río, y tengo las plantas de los pies que arden y la piel salada y desde esta roca te miro de más alto y te grito GRACIAS!!!.
Al segundo día de ceviche y choritos al vapor con harto limón, muero por un helado. Nos acercamos al pueblito y me siento a elegir algún postre dulce para combatir la sal ,que a estas alturas tengo metida en la piel desde los pies a la boca. Única foto digital. Las demás están en la cámara romántica, cuyos rollos aún no revelo.
Hoy me reintegré a mi cotidaneidad. Mi trabajo. Mis pacientes. Mi nido de víboras. A cada rato miraba al cielo buscando ayuda. Ayuda para este pescado que se ahoga de realidad. Aunque realidad, para nosotros soñadores - decía sartre - se nos confunda con desilusión.
Pero la verdad,aún no puedo evitar la sonrisa de felicidad.

2 comentarios:

  1. Eres en verdad una muchacha bellísima. Y bellísimo adonde fuiste: el mar.

    Nací a orillas del mar, pero un día malhadado caminé hasta la cordillera y ahí me quedé hasta ahora. Cuando aparece la primavera, mi corazón se llena de turbulencias y de cormoranes. Echo de menos a mi padre mar. De adolescente, me pasaba horas y horas frente a él. Quiero regresar y no puedo.

    Leí un cuento de Moravia que narraba un viaje al mar.

    Quiero sentarme en la montaña Corcovado y contemplar el mar.

    Quiero estar en el Cayo Ambergris y contemplar el mar.

    Quiero irme a Porto Moniz, degustar frutos tropicales y contemplar el mar.

    Quiero estar en todos los ocasos del puerto de Hammerfest y contemplar el mar.

    Quiero maravillarme en la península de Yucatán y contemplar el mar.

    Quiero en Puerto Plata perfumarme con el olor de la cocoa, fumarme un habano, beber un poco de ron y contemplar el mar.

    Quiero que mis huesos sean de almendras, o de ámbar, o de dulces cañas y contemplar el mar.

    Y quiero, desde tus bellos ojos, contemplar el mar.

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  2. Vine a leerte una vez más. Son decantadoras las siguientes lecturas.

    ¿Es magia, o un vino de hondas uvas el leer?

    Estás con un menú sobre la mesa. ¿Qué ofrecen? Quizá buñuelos bañados en miel, o calamares con papas, verduras, o asado en horno de leña, o truchas de don Quijote, o sancocho de pescado, o tollos cortados a tiras, o papas con mojo verde y picón, o bacalao con pimiento morrón, o tortilla cartujana y pastel de higos, o morcillas de berza con sabor a hierbabuena, o kebabs (pinchos estambulenses de cordero, pollo o pescado a la brasa)...

    Y todo eso con un vino oceánico, turbulento, ensoñador, nostálgico...

    Un abrazo.

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