lunes, 29 de octubre de 2007

Rendición


Cae la nieve rendida ante la luz tímida del sol, baja de las copas de los árboles en gotas de agua helada. Tu mujer solo mira en silencio, pensando qué sera de ti ,allá lejos, donde la nieve nunca tocará tu ventana. Vuelo yo hacia ti, como un copo de nieve rendido, mojando tu pecho de Dios tibio. Bébeme, trágame tómame , me necesito en tí hasta desaparecer.

2 comentarios:

  1. En verdad, eres de hondo caudal para escribir. ¿Acaso tu corazón es un ancho río?

    Que el vaporcillo de la infusión que preparas sea tu magia cotidiana.

    Tengo asueto laboral martes y miércoles. Iré hasta una vieja casona de la comuna de La Florida en exploración de nueva residencia.

    Un viejo amigo poeta y compañero de universidad en la ardiente juventud me abre, con solemnidad y afecto, su hábitat. ¿Será un perfecto refugio para ebrios pájaros del sur?

    Soy, en este vertiginoso siglo XXI, una especie de gitanillo, un feroz trashumante. Cargaré mis libros (mi única riqueza planetaria) y a lomo de mula, o de carretelita, y con sueños de mandrágora, llegaré a un secreto reino en medio de añosas arboledas...

    Que los días venideros me sean propicios...

    Un abrazo y hasta el jueves.

    (Bellísimas las serpientes acuáticas de Kliment).

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  2. Si ni fueras tú quien habla, bello, si no fueras tú. Pero hablas de caudales tímidos surcando tierras nuevas cuando tú eres el mar entero, grandioso e inconmensurable, despertando cada nuevo día en mareas que dicta la señora luna. De qué caudal hablas, mentecato, mentecato, si solo soy un tímido brazo de una bifurcación de un río que solo busca llegar a ti.

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Y tú, ¿qué quieres decir?