Magda? -me mirabas por sobre los lentes con cara de sospecha-qué haces ahí?...
Mi risita de niña haciendo maldades me dejaba en clara evidencia. Y a tí te encantaba.
Antes de volver de esos días de sol a la capital, entre risas, le sacaste fotos a mi José negro, la alba María y el rojo-diablo Jesús.
La usaremos de tarjeta de Navidad familiar el próximo año, te parece?, me preguntaste y nos reimos de imaginar las caras de nuestros amigos y familiares.
La Magda nació ese verano.
La puta redimida que lavó con su pelo los santos pies de su amado Jesús. La maldita amante que dio su alma, vida y cuerpo al hombre de sus huesos.
En mis fantasías más intensas, en la entrega total, en la rendición más absoluta. Lavo los pies de mi único Amor.
Magda
Nada es sino una bandada de cisnes o cuervos...
ResponderEliminarNada sino un vagabundo que bebe en un bar de Estocolmo...
Y el día fluye lentamente...
He venido nuevamente.
ResponderEliminarY si fuera ciego, ¿cómo podría leerte? ¿Cómo sería en mi imaginación tu rostro, tus cabellos, tus ojos...?
¿Serías como Emily mi compañera de secundaria: bellísima, pero tan distante y solitaria?
Un día ella se acercó a mí y me confesó que con su familia se mudaría a otra ciudad ("Sé que siempre me has amado, pero yo no debo porque, por ser judía, amaré a quien determinen mis padres").
Por la noche, me fui a jugar pool, me emborraché y peleé con el encargado de las mesas. Al salir del salón de billares, Emily me esperaba, se abrazó a mí y lloró.
Nunca he sabido si fue verdad o sólo imágenes creadas por mi borrachera...