Caminamos cansados. Tu mano se apoya en mis hombros. En medio del murmullo de la calle, ajenos a los pasos presurosos, las risas de los escolares, los portafolios pesados. Nos miramos y nos sonreímos, acompasados nuestros cuerpos en este cansancio surrealista y la sensación de haber estado tanto tiempo encerrados. Caminamos.
Te ríes porque miro un traje blanco en la vitrina, me río porque me imaginas en unos maniquíes de la esquina. Te abrazo. Casi va a ser tu cumpleaños y eres tú el que me busca un regalo... mientras te dejo en la escalera y te veo bajar al metro, me quedo pensando qué crees tú que quiero de regalo. Y no puedo sino sentir que esta tarde es un regalo. Una tarde de invierno entibiada por el sol, dos caminando enajenados entre la muchedumbre ansiosa.
¿Mi regalo?.... despertar contigo. Esperar por tu sonrisa al final del pasillo. Y saber que nos queda otro día. Y otro. Y que te has ido y puedo sentirte en mi boca todavía.
Caminar por la vida con el amor tomado de los hombros es como el murmullo de las aguas claras y limpias. Bello y tierno, amiga. Abrazos.
ResponderEliminarQue bello blog y si sos vos la de la foto, sos hermosa y seductora de verdad!!!!
ResponderEliminarUn beso
Oscar de Bs As
Te deseo que sigas depertando asi... y cada amanecer sea un nuevo regalo.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Como siempre, el desgarro de la belleza cotidiana...
ResponderEliminarEl mejor regalo???? el que seas capaz de sentir lo que sientes...
ResponderEliminary que siempre existan más mañanas... tiernos e intensos...
como siempre