jueves, 26 de febrero de 2009

Neblina


Cuando me necesites, cierra los ojos. Estoy aquí todo el tiempo. Esperando por ti en medio de la niebla del sur que soñamos. Buscando en la cocina algo rico con que despertarte. La ventana enmohecida y empañada con el frío afuera. La lluvia dándonos un respiro. Y llego a tu lado, te despierto con un beso, me atrapas y rodamos en la cama. Me río a carcajadas y te pido que nos levantemos. El día comienza allá afuera y hoy tenemos que hacer algo por el mundo. Me miras con esos ojos tuyos, tan dulces y profundos. Mientras me desnudas sé que me has entendido.

martes, 24 de febrero de 2009

Tantas y tantas tierras


Tienes razón, de donde vengo y para donde voy no tienen que ver contigo, nos triangulamos no sé porqué en un punto con quince dimensiones...imposible que nos encontráramos ahora. Pero qué hacer si falló el reloj y la máquina programadora nos mostró por un segundo un tiempo que no sé donde está, pero lo quiero ahora... sabiendo aun así las distancias que nos separan.

Espérame en tu dimensión, déjame llegar hasta ese lugar por mis zancos.Loca hermosa, loca enloquecedora, inspiradora de vida, esfúmate sin memoria, con gracia y sin tristeza, apriétame hasta desparecerme en tus brazos apasionados e inexistentes.

lunes, 23 de febrero de 2009

Atrevida




Acostúmbrate a esto. En general paso períodos de silencio, pero justo ahora no puedo callarme. Los dedos me gritan. Ojalá fuera metáfora, pero no. Gritan. No te imaginas. Llegan a torcerse cuando te encuentro. Es como la música de la que te hablaba. Me conmueves. Así sea que me mires o lo evites, cualquiera de las dos cosas me desespera. No tengo remedio. Lejos o cerca, simplemente no puedo sacarte de mi cabeza. Y tal vez sea porque no solo estás ahí... sino que disperso y tal vez hasta concentrado en algunas partes de mi cuerpo.

Espero que te guste lo que has leído. Es un desbocado intento de sobrevivir a mis defectos, a mis frustraciones y a esta alma aterrada que cargo conmigo. Como efecto secundario, deseo fervientemente que me pienses, que no puedas quitarme de tu cabeza, que te cueste pensar claro, quiero marcarme a fuego en alguna parte muy por debajo de tu ropa.
Perdona la osadía.


viernes, 20 de febrero de 2009

Amanecer


Me había quedado dormida solo un par de horas antes. Rendida y con el pecho alborotado como niña de quince a quien besan por primera vez. Abrí los ojos casi asustada, el día aún no comenzaba y seguías allí. No supe si acaso habías conciliado el sueño, pero allí estabas, de nuevo respondiendo a mi piel que te llamaba una y otra vez. Comenzó a despuntar el alba, la luz se iba filtrando tímida a través de la cortina que no nos preocupamos de cerrar. Y al mirar tus ojos clavándose en los míos, tus facciones bellas apenas iluminadas, lo pude notar. Aquí no había miedo ni engaño ni había nada más que agregar. Ese amanecer lo tenía todo. Y hace demasiado tiempo no me permitía soñar.
Gracias.

Hopeless Breathless


Te agradezco con todo mi corazón que me lo hayas roto en mil pedazos. Sin ti, sin tu maldito dolor, jamás habría llegado a ser yo.




jueves, 19 de febrero de 2009

Factor sorpresa



................................................

Vi cómo te alejabas por el espejo.

Tragué saliva sin entender qué me pasaba justo al medio del pecho.

Quise devolverme y gritar.

Hey! detente...lo que sea que te llevas, devuélvemelo por favor... porque me está doliendo a morir.

miércoles, 18 de febrero de 2009

Dolor


Me urgía tomar tu mano para que supieras que yo estaba allí. Temblabas como una hoja al viento y te mordías la boca maldiciendo, por qué yo, por qué yo. Apretaba tu mano aún más fuerte, imaginándote cayendo precipicio abajo de tus emociones y miedos. Pero mírame, tómate firme. No estarás nunca sola. Y tus ojitos inundados en lágrimas furiosas. Y tus labios rojos de apretados y mordidos. Y el temblor. Todo se aferraba a mí. De pronto fui más grande que la muralla a la cual te afirmabas, más dura que la bofetada que te dió. Y nació una mujer gigante de la niña dolorida que contenía la voz. Nunca más te pasará nada. Soy tu guardiana para siempre. Te atrapé entre mis brazos atrevidos. Silencio, susurré en tu oído. Aquí nadie nos va a encontrar, ni siquiera Dios.

martes, 17 de febrero de 2009

Derrota





Te tiraste rendido en la cama. Puse tu cabeza apoyada en mis piernas y despejé tu cara de los cabellos que caían sobre ella, de las gotitas de sudor en el dorso de la nariz, de la arruga que llevabas apretada en el entrecejo. No sabía qué tanto te iba a afectar tanta terapia, tanto hablar de lo que te duele, de lo que buscabas negar. Tú que eras pura sonrisa, pura tolerancia, respeto al otro y valor. De pronto estabas desmayado sobre mis piernas, tu rostro entero contracturado de dolor. Me duele la cabeza, dijiste, y empecé a acariciar tu frente, coloqué mis manos frías y te sentí ceder. Tus hombros cayeron lacios, tu respiración se hizo profunda y tus labios se soltaron al fin. Dormiste tan solo un rato, pero despertaste con ojos nuevos, nuevamente radiante, como si solo hubiese sido un mal sueño. Te miré sin decir nada, la pregunta tácita en la pieza mientras mirabas por el ventanal. Sonreíste con tristeza y te sentaste a mi lado. "Hoy descubrí que jamás he perdonado nada ni a nadie y que muero de miedo porque no creo en el amor", te encojiste de hombros y te miré asombrada. "Eres un bestia" pensé. Pero nunca dije nada. Y te abracé.

miércoles, 4 de febrero de 2009

Esperar


Me senté sobre la cama, bien apoyada la espalda en la pared. Apretando mis rodillas contra mi pecho que bramaba, acusando el dolor. Tratando de no perderme tus movimientos, tus miradas disimuladas, mientras buscabas las ùltimas cosas que te quedaban en cada cajón.
Me seguías mirando cuando bajaste a buscar qué se yo qué cosas y seguiste clavándome miradas cada vez que pasabas por el corredor.
Y yo seguía observando tu espalda y tus manos nerviosas y tu cara de culpa y esa mueca que torcía tu rostro, como quien no puede decir adiós.
Apilaste bolsas y bolsos y cajas en la puerta. De nuevo volviste a la habitación.
Me miraste angustiado y por fin pudiste hablar.
¿Por qué me miras como me miras, qué pasa por tu cabeza, amor?, preguntaste como rogando, como luchando, como pidiendo, como limosnando, como suplicando perdón.
Es que por más que te miro-respondí-por más que trato de entender...en vez de verte partir, solo pienso lo mucho que me costará volver a ordenar tus cosas, cuando decidas regresar.